Menú semanal para prevenir los diferentes tipos de anemia

2022-10-14 21:50:40 By : Ms. Tracy Cui

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Cansancio, mala memoria, cabello quebradizo, dolor de cabeza... son síntomas comunes que se asocian a la anemia. Un problema común y que se define como una baja concentración de hemoglobina en sangre y que aparece cuando no tenemos suficientes glóbulos rojos sanos. Tenerlos en cantidad suficiente es esencial para que el oxígeno llegue a todas las células y tejidos corporales.

La alimentación juego un papel decisivo en la mayoría de los casos, puesto que en muchas ocasiones la anemia está relacionada con un déficit de hierro, de ácido fólico o de vitamina B12. Este menú semanal, ideado para favorecer el aporte y absorción de estos minerales, que te puedes descargar gratis aquí te puede ayudar a prevenir los diferentes tipos de anemia.

En general, las causas principales de esta carencia de globulos rojos o hematíes son la pérdida de sangre, que no los producimos o que se destruyen rápidamente. Pero existen diferentes tipos de anemia, y en ellas está

Es la debida a la falta de hierro, mineral necesario para que se forme la hemoglobina que contienen los glóbulos rojos sanos. La falta de hierro puede tener diferentes orígenes: una dieta incorrecta, una malabsorción intestinal, una pérdida excesiva de sangre (por hemorragias, menstruación, cirugía o tumores), un estado inflamatorio del organismo o un déficit de proteínas.

Si el problema es el exceso de sangrado menstrual, habrá que revisar los estrógenos y también puede ser necesario ayudar a la función hepática de desintoxicación.

En este tipo de anemia, también conocida como macrocítica, los glóbulos rojos son más grandes de lo normal debido a un déficit de ácido fólico, de vitamina B12 o de ambos. Los veganos suelen tener niveles adecuados de ácido fólico, pero no de B12 y, a veces, no se diagnostica correctamente este problema.

Por esta razón se recomienda la medición del ácido metilmalónico, un metabolito que se usa para diferenciar el déficit de vitamina B12 del de ácido fólico.

Es otro tipo de anemia megaloblástica, pero en este caso el déficit de vitamina B12 lo causa una mala absorción. Esta vitamina necesita una sustancia llamada factor intrínseco, que se produce en la mucosa del estómago, para ser correctamente absorbida en el intestino delgado, y, si hay una atrofia de la mucosa por la razón que sea, la vitamina B12 no se absorberá. El tratamiento consiste en la administración de inyecciones con dosis altas de vitamina B12.

Se da cuando hay una destrucción de los glóbulos rojos antes de lo que sería normal debido a una enfermedad autoinmune, una infección, el uso de fármacos, un exceso de actividad física, etc.

Es una enfermedad genética que produce anemia porque hay un fallo en la síntesis de hemoglobina.

¿Animal o vegetal? Existen dos formas de hierro en los alimentos: el hierro hemo (forma parte del grupo hemo de la hemoglobina), que encontramos en alimentos de origen animal, y el hierro no hemo (inorgánico), que procede de los vegetales y se absorbe menos que el de origen animal. Pero en el intestino hay unas vellosidades que son capaces de transformar el hierro no hemo en hemo.

Por otra parte, hay algunos factores que mejoran la absorción de este mineral en formato no hemo: la presencia de vitamina C en la misma comida en la que tomamos alimentos ricos en hierro, los ácidos orgánicos como el ácido málico, el cítrico (vitamina C) y el ácido láctico que podemos encontrar en alimentos fermentados. También influyen la vitamina A y los betacarotenos o la fructosa procedente de la fruta.

Para garantizar una correcta absorción, hay que evitar que en la misma ingesta tomemos fitatos, que están en las harinas de mala calidad (las que no son realmente integrales sino mezclas de harina refinada y salvado) y en los cereales integrales y las legumbres que no se han remojado o lo han hecho poco tiempo. También reducen la absorción del hierro los taninos del vino tinto, el café, el té y el cacao.

La fabricamos en más o menos cantidad en función de la inflamación, de las infecciones que sufre el organismo, de si hay hipoxia o si existen altas reservas corporales de hierro.

Los síntomas más habituales de la anmeia ferropénica son la palidez, fatiga, frío, palpitaciones, cefaleas, malhumor, uñas y pelo quebradizos, sensación de falta de aire, dificultad para concentrarse…

Es habitual pérdida de energía, hormigueo en las extremidades, entumecimiento, sensibilidad reducida al dolor, vista nublada, forma de caminar anormal, mala memoria, confusión, cambios de personalidad...

El décicit de vitamina C, que provoca dificultad para asimilar el hierro, puede provocar facilidad para que sangren las encías o para contraer infecciones, cicatrización lenta de las heridas y tendencia a la fomación de hematomas.

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